Biblioteca Nacional - La construcción de una editora pública ha sido una marca de estos años. Al comienzo de esta renovado impulso, muchos se preguntaron si era correcto que se invirtieran los fondos públicos en emprendimientos de estas características. Una discusión que se ha dado con intensidad. Pero luego de casi cuatrocientos títulos, pocos  dudan  de  la  conveniencia  de  esta  labor.  La  posibilidad  de  editar  títulos  de buena calidad, al precio de costo, que combinen la tradición ilustrada con la difusión popular sin establecer fronteras nítidas entre públicos lectores obra como horizonte y fundamento de nuestro quehacer. Se trata de libros financiados por el estado pero en modo alguno esto los hace rehenes de lenguajes estandarizados o estéticas predeterminadas. La  selección  de  los  textos  que  componen  el  catálogo  no  está  orientada  ni  por  el  afán  de  lucro  ni  por  criterios  exteriores  al  universo  de  la  cultura  libresca  y  sus  innovaciones  creativas;  esta  editorial  amalgama  mundos  y  sensibilidades.  La  presencia  del  estado  se  combina  con  la  sensibilidad  de  la  crítica  ensayística,  la  curiosidad  historiográfica  y  científica.  Libros  raros  y  clásicos,  ediciones  facsimilares,  cuentos  infantiles,  investigaciones,  narrativa,  ensayo  y  filosofía  pueblan un catálogo abarcativo y de improbable encasillamiento. Las Bibliotecas siempre se debatieron entre guardar y dar a leer, entre catalogar y difundir, entre clasificar y editar. La Biblioteca Nacional, que fuera fundada por Moreno, dirigida por Groussac y por Borges, y por la que pasaron bibliotecarios y bibliotecarias, intelectuales y escritores de todas las corrientes del pensamiento argentino,  no  podía  estar  ausente,  creemos,  ni  de  la  actividad  revisteril  ni  de  la  edición  de  libros  del  acervo  nacional  que  han  quedado  en  la  memoria  o  que  se  desvanecen  en  el  tiempo.  Una  Biblioteca  Nacional  es,  desde  luego,  ese  público  lector. Pero también sabe ir a contrapelo, buscando al lector que se ha disipado en la historia, que nos ha precedido en el tiempo; lectores de un pasado que, sin embargo, están a nuestra espera.

CABA, Argentina

Las publicaciones de la Biblioteca Nacional ya superan un centenar, y entre sus títulos se hallan algunos de los escritos fundantes de la lectura argentina y de las más elocuentes tradiciones críticas. Concebimos una Biblioteca Nacional que cumple sus labores específicas referidas a la modernización bibliotecaria y bibliotecológica. Ello no sólo no se contrapone, sino que busca y clama integrarse con un papel eximio que le cabe especialmente a las bibliotecas nacionales latinoamericanas: ser vehículo de investigación y creación de lectores.

La política editorial que impulsamos persigue precisamente que el lector argentino se sienta interpelado no sólo en lo que ya atesora, sino en lo que puede redescubrir. Lo que leemos ya fue leído por otro, y si bien podemos ser lectores inaugurales, en esencia pertenecemos a una larga, silenciosa y milenaria república de lectores.

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