La publicación en español de Reconstrucción negra es, sin duda, un acontecimiento editorial. Du Bois escribe un ensayo histórico extraordinario en el que revisa un período clave de la historia norteamericana moderna: la reconstrucción del Sur de Estados Unidos después de su derrota en la Guerra de Secesión. Lo hace abordando cuestiones como la naturaleza de la opresión racial y el racismo de los trabajadores blancos. Anclado en la tradición crítica, Du Bois reinterpreta la guerra civil norteamericana como una revolución social “por abajo” que condujo a la caída de la esclavitud y del Estado confederado y habilitó el camino hacia una democracia interracial. Pero Reconstrucción negra es también un libro sobre el fracaso de ese proyecto, sobre la contrarrevolución que destruyó toda posibilidad de libertad para una parte de la clase obrera del Sur e impuso una explotación del trabajo sin precedentes en los tiempos modernos.

RECONSTRUCCIÓN NEGRA. Ensayo sobre la historia del pueblo negro en su intento por reconstruir la democracia en América, 1860-1880

W. E. B. Du Bois

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Desde 1492 hasta mediados del siglo XVIII, los europeos se apropiaron de innumerables plantas medicinales de América como el tabaco, la quina, la coca, el guayacán o el peyote. Mediante expediciones científicas e interrogatorios, recogieron conocimientos de indios o esclavos, comerciaron con drogas y elaboraron las primeras políticas sanitarias. Al mismo tiempo, inquisidores y misioneros prohibieron el uso ritual de ciertas plantas y encontraron la resistencia de los curanderos. Botánica, fraude y brujería: de los bosques de América a las cortes del Viejo Mundo, este libro narra la historia de la expansión europea como una colonización del saber.

La colonización del saber. Una historia de las plantas medicinales del "Nuevo Mundo" (1492-1750)

Samir Boumediene

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MANUAL PARA QUEMAR EL LICEO

MANUAL PARA QUEMAR EL LICEO

El siglo XX fue un siglo de vapuleos y enmiendas a muchas de las asunciones propias de la modernidad europea. No obstante, pese a que gran parte de su legado fue pasado por la trituradora, una idea permaneció intacta: la idea ilustrada de que la cultura «civiliza», nos libera o nos hace mejores. Este libro, que reivindica a un tiempo la tradición de los estudios culturales y una perspectiva de análisis materialista, nos invita a replantear la vigencia de la noción burguesa de cultura, que todavía sigue siendo promovida por las instituciones públicas y que define los valores y aspiraciones de gran parte de la sociedad.

La propuesta de Jaron Rowan desafía la noción de la cultura como un agente inherentemente emancipador y transformador, al tiempo que muestra cómo esta ha sido repetidamente empleada para mitigar los conflictos sociales y bloquear los procesos de cambio político. La cultura es un medio para moldear los gustos y sensibilidades de las clases medias, convirtiéndose así en una importante herramienta de gobierno social. Al explorar las formas de trabajo, precariedad y subjetividad, a la vez que analiza el ámbito de la estética, este libro pone en crisis muchos de los fundamentos sobre los que se articula la noción de cultura burguesa heredada, con el fin de abrirnos a nuevos paradigmas ecológicos de entender, habitar y vivir la cultura.

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En esta historia alternativa del «largo siglo XX», Raunig analiza las concatenaciones entre arte y política, desde la Comuna de París de 1871 hasta las turbulentas protestas contra la globalización en Génova en 2001, pasando por Sergei Eisenstein, Bretch y Benjamin, los situacionistas, el accionismo vienés y el teatro transgresor del PublixTheatreCaravan, con una coda hasta el 15M y las acciones feministas de la última década.    En esta investigación sobre qué ocurre exactamente cuando durante cierto tiempo se desarrollan zonas de solapamiento entre las máquinas revolucionarias y las máquinas artísticas (sobre qué ocurre a lo largo de la línea de fuga de arte y revolución), siguiendo el arte de fabricar conceptos preconizado por Deleuze y Guattari, Raunig desgrana momentos en los que arte y revolución se suceden sin apenas contacto, otros de concatenaciones negativas de oposición y momentos en los que priman las relaciones jerárquicas de subordinación. Son las concatenaciones transversales, cuando los métodos de la acción política y la práctica artística se infiltran mutuamente y se solapan temporalmente, las que pueden poner en marcha un devenir revolucionario, una máquina revolucionaria con todos sus componentes de resistencia, insurrección y poder constituyente.     Y es que al analizar las concatenaciones de arte y revolución, Raunig despliega además una propuesta concreta de revolución, una que no se limita a la toma del Estado, a partidos que se convierten en aparatos del cierre de la revolución en las instituciones: la música de la revolución social se empieza a tocar en el terreno maquínico-social y consiste en recolectar y ensamblar, inventar y componer socialidad, cooperación social, ecología social.

Arte y revolución. Activismo artístico en el largo siglo XX

Gerald Raunig


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