El malentendido de la víctima expone, analiza e interroga una serie de procesos y fenómenos que dan cuenta de la deriva punitivista de la sociedad, que salta a la vista en el cambio de sentido del término “seguridad”, históricamente vinculado con el acceso al trabajo, la salud y los derechos en general. En el centro de esta mutación Tamar Pitch coloca a la “víctima”, real o potencial, buena o mala, figura que ya no remite a un abordaje estructural de las injusticias sino a la individualización y privatización del sufrimiento. Tal es el contexto en que se invoca a la justicia penal como solución principal, sino única,a los problemas sociales y políticos. Una invocación que no sólo despolitiza y sirve como fachada para la criminalización de la pobreza, la marginalidad y lxs migrantes, sino que también se la identifica en las derivas punitivistas de ciertas agendas feministas. Esta última convergencia, que se inmiscuye en un movimiento cuyo objetivo es la liberación de la explotación y la opresión, exige una interrogación a fondo que desactive esta paradoja y reabra el pensamiento hacia otros modos de justicia.
Editado junto a Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con la colaboración del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y el Centro de Estudios de Investigaciones de Género (CEIG-UNAM).
Este libro, escrito
colectivamente, explora modos de entender y vivir basados en la interconexión y
la interdependencia de todas las formas de vida. Su premisa es que la actual
situación de crisis ambiental, económica, política y social, exige una nueva disposición
epistémica, ontológica y política.
Para salir del capitalismo,
terminar con extractivismos, racismos y autoritarismos, se necesitan acciones,
simultáneas y multinivel, que rompan con la producción de no-relacionalidad
característica de Occidente. Esas acciones incluyen la crítica a las ciencias,
la técnica y la economía modernas, la construcción de “bio-grafías” (narrativas
para una perspectiva relacional de los seres vivos), un balance crítico de los
activismos que permita relanzarlos como “portales de relacionalidad” y el
abandono del dualismo “espiritualidad/materialidad” en pos de su unidad
diferenciada.